Llegar a Porvenir, en el sector occidental de la Isla Grande de Tierra del Fuego, implica navegar durante algo más de dos horas el Estrecho de Magallanes.
Saliendo de Tres Puentes, en Punta Arenas, cruzaremos en línea recta hasta el extremo norte de la Bahía Inútil, aquella profunda escotadura que no le sirvió a ningún navegante para unir ambos océanos.
Pequeña, limpia y ordenada, Porvenir es una avanzada sobre la Tierra del Fuego y principal sitio de abastecimiento en todo el sector chileno de la isla.
Pulcros y afeitados cipreses alegran las calles, una costanera barrida por el viento
y una notable escultura en madera de un cazador Selknam (ona)
ubicada frente al Club Croata, con un insólito restaurante que ofrece el magnífico y enorme pastel de centollas, único en el hemisferio sur.
Dos alternativas se proponen al viajero avezado que quiera internarse en los desolados territorios del centro de la isla: o bordear la bahía hacia Camerón, siguiendo el litoral magallánico o subir el cordón Baquedano (sólo camino de verano) recorriendo los viejos placeres auríferos que allá por los 1900 incitaran la codicia de tantos mineros venidos del norte.
Viejas dragas, fantasmales esqueletos oxidados que muestran aún la sed de riqueza en la América redescubierta. En algo más de 50 km el camino nos devuelve al Estrecho, y después de un rato de andar junto al mar, el camino se interna algo hasta Onaisín, un cruce de rutas hacia los 4 puntos cardinales.
Las estancias antiguas que reproducían las ovejas infinitamente se encuentran cerradas. Inmensos galpones de esquila muestran el tamaño de la tarea y el cementerio muestra como morían los esforzados pobladores: o ahogados en la bahía, o muertos por las flechas indígenas.
Llegar a Camerón, insignificante poblado ubicado en un abrigado cañadón que muere en la costa, señala lo despoblado, inclemente y sacrificado de la vida en estas latitudes, donde el largo invierno austral domina la forma de vida y las costumbres de todos. 45 km adelante, adentrándonos en las onduladas pampas fueguinas llegamos a Russfin. Dominada por la extracción de la madera, la localidad antes dedicada al lavado de oro, extrae hoy millones de pies de lenga nativa, donde los guanacos
se internan a comer los tiernos brotes en la primavera.
Un enorme aserradero, que se rige por las mas modernas normas de cuidado del medio ambiente y hace un reimplante metódico de lengas, da alojamiento al visitante, ofrece su comedor de trabajadores, provee de combustibles en caso de emergencia y hasta brinda reparaciones mecánicas al automovilista que ha tenido un percance y a aquellos que creen que una 4×4 es capaz de todo.
La parada en Russfin permite levantarse al día siguiente y emprender la jornada que nos mostrará el Lago Blanco
con pesca de salmónidos, la visita al Parque Karukinka, y el valle de los Castores.
Conviene parar en el destacamento de Carabineros de Pampas Guanacos y avisar que nos internaremos en la carretera austral, allí donde se va acabando el mundo. Poco a poco la “senda de penetración” como la llaman los chilenos, empieza a tomar altura. Apenas a los 600msnm ya la nieve cubre el camino y deberemos usar las 4 ruedas motrices para superar durante más de las 3 horas que demanda cubrir los 60 km hasta el Lago Fagnano, en su extremo oeste.
Antes, se descubre el congelado espejo del lago Despreciado y la lujuria verde que bordea el lado Deseado, donde un exclusivo Lodge de pesca presta servicio de alojamiento y restaurante a los amantes de la pesca.
Despues de llegar a los 900 msnm, el camino desciende bruscamente hacia el Fagnano entre altas paredes de nieve recorriendo una estrecha quebrada cubierta por más de un metro de nieve, ya en proceso de licuación.
Por una pampa pastosa y con turbales,
en la que se encuentra la Estancia Fagnano, se llega al río Azopardo, que con sus 12 km de largo desagua al lago en en el Seno del Almirantazgo,
allí donde los restos aún en pié de un viejo aserradero permitían a Caleta María extraer la riqueza forestal de la zona.
Hasta allí llegó el Beagle comandado por Fitz Roy hace ya poco menos de 200 años. El Azopardo se cruza por un puente recién habilitado y construido para extender el camino hasta el Canal de Beagle bajo la consigna “Puerto Williams por Chile” de manera de llegar por tierra frente a la Isla Navarino, todo por territorio chileno. Será nuestro próximo destino, en 3 o 4 años.
Texto: Àlvaro de Brito
Fotos: Marlis Kuhlmann